martes, 29 de mayo de 2007

Protocolo para Evaluación de Software Educativo

(Cuadro 2)
El diccionario de la lengua española nos dice que protocolo es en su cuarta acepción: “Plan escrito y detallado de un experimento científico, un ensayo clínico o una actuación médica”. Así, pues, la elaboración de un plan escrito y detallado de evaluación de software y de contenidos digitales de utilidad educativa potencial, es de suyo complejo.
Como cosa curiosa vale la pena señalar que los protocolos consultados no señalan quién evalúa. Se puede sobrentender que lo hace una empresa dedicada al desarrollo y evaluación de software, es decir, que la evaluación se deja en manos de expertos. Pero imaginemos que los encargados de evaluar son los empleados de la oficina de compras, ¿qué pasaría entonces?
Cuando hablamos de evaluación de software nos estamos refiriendo de manera concreta “al grado al que facilita el proceso de enseñanza – aprendizaje” (Gándara, 2004), y se parte de la tesis de que “no es posible tener un protocolo único de evaluación aplicable de manera universal” (ibíd.). Por ello, hacer una selección de un protocolo para evaluar software, debe estar en función directa de las características y contenidos de éste, de los lenguajes de programación utilizados, de las necesidades docentes y curriculares, de las posibilidades económicas de la institución y otras cuestiones más. De entrada, sabemos que los CD-ROM, Internet, libros o videos, no son materiales neutrales, que responden a un modelo de comunicación, a una teoría del aprendizaje, y una concepción acerca de los destinatarios, acerca de la audiencia. Su utilización puede reforzar la ideología de estos materiales o ponerla en cuestionamiento.
Resulta complicada la elección pues se trata de analizar las posibilidades y los alcances de cada protocolo, el propósito para el que fue creado, pues de alguna manera se hace a partir de aquellos que se han consultado para esta entrada.
Realizar el ejercicio de evaluación es realmente otra cosa. Supongamos que ciertos aspectos del protocolo Gándara y del protocolo González serán aplicados para evaluar el software “Nuevas tecnologías, comunicación y educación” de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España (CD-ROM, 1996). De entrada es una tarea que podría llevar semanas y hasta meses. Pero vayamos con algunos aspectos de carácter general.
Primero: ¿se evaluará uno de los componentes o el sistema en su conjunto? (software, hardware y mindware).
Segundo: ¿se va a evaluar algún contenido de aplicación educativa potencial?, por ejemplo uno de los varios videos o uno de los apartados que trae el disco.
Tercero: habría que distinguir, con base en el modelo NOM de Gándara los niveles, las orientaciones y las modalidades de uso del software o del contenido digital a evaluar.
Cuarto: evaluar conforme a distintas escalas: experiencia del usuario aislado, currículo, nivel y sistema educativo.
Quinto: los aspectos relacionados con el costo-beneficio que ponga énfasis en aquellas tecnologías “adecuadas, accesibles y sustentables”.
Elementos de carácter educativo:
· Ubicación en el modelo NOM.
· Identificación del tipo de contenido (s) digital (es).
· Identificar las partes del ciclo instruccional que cubre la solución.
· Aplicabilidad y relevancia con respecto a los objetivos que se persigue.
· Concordancia y articulación con el currículum oficial.
· Vigencia, corrección y completud.
· Congruencia con el enfoque pedagógico utilizado.
· Respeto a la diversidad y accesibilidad (personas con capacidades distintas).
· Eficacia para alcanzar las metas propuestas.
Elementos de tipo social:
· Concordancia con la cultura escolar o institucional (escuela pública, privada).
· El grado de familiaridad de los usuarios con la tecnología, y sus actitudes.
· En consonancia con el entorno social inmediato.
· La sustentabilidad de la propia tecnología.
Elementos del medio interactivo:
· Grado de interactividad.
· Uso adecuado de medios y de la interactividad misma.
Elementos de usabilidad que siempre deben estar presentes en toda evaluación,
· Memorabilidad.
· Pocos errores, como resultado de problemas de diseño.
· Eficacia (incluyendo rapidez en el desempeño).
· Satisfacción subjetiva del usuario.
Como se ve, llevar a cabo la evaluación de cualquiera de estos elementos que concurren en el diseño y desarrollo de un software o de cualquier contenido digital, requiere no sólo de tiempo, sino como ya apuntaba al inicio, de los conocimientos y la experiencia para hacerlo. Es cierto, existen diferentes grados de complejidad de un programa a otro, de un tipo de archivo a otro, de un contenido, etc. Ya señalaba el doctor Gándara que muchas veces los ingenieros que desarrollan el software son los menos interesados en saber el grado de interactividad y de usabilidad por parte del usuario con respecto al producto que desarrollan.
Lo cierto es que una tarea de este tipo no puede dejarse en manos del maestro, menos si este, está dedicado por completo a su práctica docente. La evaluación puede y debe realizarse, en algunos casos, con la participación del maestro. Pero no podemos hacerlo responsable por un uso inadecuado o por la ineficiencia a la hora de su aplicación.
La pregunta está en el aire: ¿quién debe evaluar el software y contenidos digitales de aplicación educativa?

2 comentarios:

JZA dijo...

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Unknown dijo...

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